Cena de los miércoles. Capítulo del 02/03/2016

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Longaniza de Avilés con pimentón.
Ensalada mixta
Chuletero ibérico asado, con salsa de verduras
Patatas asadas
Queso Ahumado de Pría de tres leches.
Tarta de naranja.

Correspondía hoy turno de cocina, según riguroso cuadrante, al muy esforzado socio Sr. Tragaldabas, persona de talante trabajador dónde las haya, alguien que nunca pone reparos en hacer de pinche en la cocina, presto y dispuesto a ayudar siempre a cualquiera que oficie en los fogones, animando con su sosegada voz y colaborando siempre en todo tipo de menesteres, por ardua y difícil que se presente la tarea. Lástima que siempre le ocurran cosas; si por ejemplo se le encomienda la muy delicada labor de pelar patatas, no dude nadie que se cortará al pelar la primera , quedando, claro está, totalmente incapacitado para proseguir; si se le encarga preparar la mesa, súbitamente se verá atacado por un feroz y doloroso ataque de ciática que lo forzará a sentarse; si se le dice que hay que abrir vino, no encontrará sacacorchos en ningún lado; si se le pide hacer el café, argumentará que es trabajo muy delicado y que, mal que le pese, no está preparado para labor de tanta enjundia y responsabilidad.

Así es que flotaba en el aire la curiosa expectativa de saber como se las compondría hoy, en su ocasional cargo de responsable de mesa, tan distinguido socio, que comenzó la semana pregonando amenazante que su menú iba a ser caro y distinguido : «Necesito saber quien va a venir mañana, pencos, pa encargar les angules».

Al llegar a la Sociedad observamos que la mesa estaba dispuesta , que había mucha actividad en la cocina, que olía bien y que había mucha risa en el ambiente. Y sí, por una vez en la vida, Tragaldabas parecía estar trabajando, concentrado al máximo en la elaboración de una ensalada. Pero, a su lado, con la frente perlada de lágrimas de sudor, se encontraba Alfredo, socio y excelente cocinero que era quien en realidad llevaba el peso del asunto. Porque Alfredo elaboró el pan en el horno, Alfredo preparó una suculenta longaniza de Avilés, Alfredo cocinó con primor un chuletero de ibérico asado, con salsa de verduras y bien guarnecido con patatas asadas, Alfredo, enfín, hizo como postre una fantástica tarta de naranja.

Más tarde supimos que la mesa había sido dispuesta por Busto y Marcelino, toda vez que el Sr. Tragaldabas, como no podía ser menos, estaba agobiado buscando los vinagres adecuados para aliñar su exquisita ensalada, cometido artesanal que requiere plena dedicación y que, como es sabido, indispone para cualquier otra tarea.

La cena preparada por Alfredo fue espléndida, culminada con una alargada tarta de naranja que a primera vista parecía un flan; pero no, la tarta no lleva huevo y al decir de este buen cocinero, y mejor persona, es muy sencilla de hacer : se hace medio litro de zumo de naranja natural, se hidratan siete hojas de gelatina neutra de la marca El Gaitero, después se mezcla el zumo de naranja con el contenido de un bote de leche evaporada de la marca Ideal dando un buen hervor a la mezcla, más tarde se añade la gelatina uniendo bien con una varilla y se vierte todo en un molde con caramelo líquido; finalmente se deja reposar el molde en la nevera unas seis horas y pasado este tiempo se desmolda y se sirve.

Sobra decir que se disfrutó de los platos, de la charla y de las ocurrencias del muy callado socio Sr. Tragaldabas, que hoy nuevamente, con maestría torera, supo cumplir el trámite, demostrando una vez más que la tendencia al mínimo esfuerzo es una virtud que hay que saber aprovechar con talento y que el buen humor es algo importante y muy serio. Y de buen humor y sentido de la juerga, les garantizo que el responsable de la mesa de hoy va más que sobrado.

Y sí, su ensalada estaba realmente buena. Quede constancia.